Todo eso del chat de militares en la reserva, tan aireado estos días por los mass-media, así como otras advertencias o iniciativas por parte de grupos similares, y dejando aparte el hecho, que doy por seguro, de que prácticamente todos están más o menos monitorizados por los servicios de inteligencia del Estado cooptados por ‘nuestros coletudos dotores’ desgobernantes, a mí me resuena como ruido ya oído antes y me lleva a recordar aquellos antaños miedos tan magistralmente inoculados a través de los medios en la población ya entonces rebajada y desconsiderada como mera masa granjil. Me refiero a lo del llamado «ruido de sables» y a su dosificada publicación en forma de fascículos: que si tal fulano uniformado se ha reunido con mengano, que si este o aquel grupo de civiles y/o militares se reunió varias veces, según ciertas fuentes dignas de crédito, en tal cafetería (Galaxia, por ejemplo) de la que toma el nombre la operación a la que presuntamente dan lugar tales reuniones… Poco tiempo antes de la impresionante asonada del 23-F, aquella -por lo sabido después- tan ‘tricornia’ como bigotuda obrita televisada para todos los públicos y de cuyo reparto ‘real’ de papeles, tras el posterior juicio, apenas se pudo llegar a saber algo oficialmente…